martes, 10 de abril de 2012

Capítulo 8: ¿Quieres que te cuente un secreto esta noche?



Narra Sofía:

-¿Ya estas lista? – Preguntó Will mientras se tumbaba en mi cama – Ni yo me tardo tanto, y eso ya es decir mucho - Finalizó haciéndome una mueca extraña

-¡Deja de ser tan impaciente! Quiero estar linda, hace mucho que no salgo a la civilización de día…quiero verme bien - Dije con una sonrisilla

-Te quieres ver bien para Sebastián – Comentó Will con una mirada seria – Ahora todo es para Sebastián.

-¡Claro que no! Hoy saldré contigo y entré al concurso del baile por ti NO por Sebastián.

-Desde que eres novia de él ya no te acuerdas de tus amigos: Kashmir, Areli…de mí.

-¡WILL! Eres mi mejor amigo ¡Ya no hagas drama! ¡TE AMO! - Le dije mientras tomaba su cara entre mis manos.

-¿Me amas?

-Sí, te amo.

-Sabes que soy gay ¿cierto?

Le di un golpe en el hombro.

-¡Will! No ese tipo de amor.

-¿Entonces no me quieres tanto como a Sebastián? - Hizo un puchero.

-No tienes solución – Rodé los ojos.

-Es solo es que no confió en él, deberías estar mejor con Ethan – Sonrió traviesamente mientras movía las pestañas con inocencia.

-Podemos hablar de esto después hoy solo será nuestro día, solos tú y yo.

-No te escaparas de esta conversación y tal vez no seamos solo nosotros dos.

-¿Quién más vendrá? - Pregunté un poco confundida

-Te agradará, ya verás. – Terminó mientras me tomaba del brazo, agarraba mi bolso y me conducía a la salida.

Narra Kashmir:

Cuando terminaron las clases corrí a encontrarme con Eliot afuera de la oficina del director.

-¿Qué hacemos aquí? – Pregunté mientras aferraba la correa de mi mochila al hombro. ¿El director también estaría metido en este lío? ¿De qué trata esto? Soy yo, siempre he sido yo ¿qué es lo que he tratado de hacer? ¿Por qué le dije a Eliot que hiciera tantas cosas? ¿Con qué fin? Lo más lógico era que nuestra amistad volviera a ser la de antes y yo me sentía feliz en estos momentos ¿qué hacía falta? ¿Qué pieza del rompecabezas se me ha perdido?

-Necesitaba un lugar donde no hubiera interrupciones – Sonrió y abrió la puerta, la oficina estaba cerrada.

-¿La oficina del director? – Enarqué una ceja y me adentré con él, cuando me di cuenta Eliot ya había cerrado con llave. Recordé cuando Ian me contó sobre mi primera vida y como yo buscaba desesperadamente la ayuda de Eliot ¿Y si la situación era al revés? Si a quien realmente tenía que pedir ayuda era a Ian.

Analicé el escudo de Sueños Rojos en la parte alta de la pared del lugar y daba la impresión de que la serpiente me analizaba a mí al mismo tiempo. Sus ojos no parecían estar contentos.

-El director es un hombre sabio, entendió a la perfección nuestro problema.

-¿Problema?

-¿Confías en mí?

-Eso creo

-Es suficiente, es momento – Declaró al tomarme de la mano.

-Pero ¿Con el uniforme de la escuela?

-Eso no será complicado de arreglar, sube a mi espalda – Pidió, no quise preguntar. Subí y lo abracé fuerte para no soltarme en ningún momento, su cabello me hacía cosquillas en la mejilla.

Él susurró un par de palabras raras y cerró los ojos, todo a mí alrededor comenzó a lucir brilloso, una mezcla entre blanco y azul. Parecía como si el paisaje no pudiera soportar tanto brillo y se rindiera, la imagen empezó a desaparecer, lo último que vi de la oficina fueron los ojos de la serpiente que formaba el escudo de la academia.

¿Recuerdas esa sensación que tienes cuando sueñas que vas a caer y brincas en tu cama al despertar? Bueno, eso sentí yo cuando todo comenzó a aparecer de nueva cuenta. Me aferré más a mi amigo esperando no hacerle daño y sentí como la brisa golpeaba en mi rostro. Escuché a las gaviotas y a las olas del mar, tardé unos momentos en apreciar el azul del cielo y darme cuenta que ya no era la oficina en donde me encontraba. Entre mis brazos podía sentir una piel escamosa y me tensé, aprecié como Eliot se había convertido en lo que era; un dragón. Su cabello ahora se extendía desde su cabeza hasta la cola de un color azul rey, su piel era blanca, sus brazos ahora estaban alargados y tenían garras, sus ojos eran más grandes pero al verlos seguía viendo a mi amigo. Siempre me imaginaba a los dragones como una especie de dinosaurio pero él no era así, era hermoso, su cuerpo era como si vieras la cinta de cabello de alguna chica volando en el aire.

De su hocico partían dos bigotes muy lagos, como lazos, de color azul, uno de ellos fue a dar a mi mejilla como una caricia. Él trataba de decirme que estuviera tranquila. Me armé de valor y levanté un poco la cabeza, vi el mar y la sombra de un barco a lo lejos; el Titanic. Sentí adrenalina al estar tan alto y con el viento chocando en todo mi cuerpo, el suéter del uniforme se movía por todos lados y ni qué decir de la falda. Agradecí a todos los cielos que tuviera mi short debajo.

Estaba eufórica, emociona y malditamente aterrorizada ¡Estaba en 1912!  Esta vez no era un sueño, estaba pasando yo estaba aquí. De alguna manera me sentía en casa, mi corazón latía emocionado por razones que mi nuevo cuerpo desconocía. Todo esto aunque era ajeno se sentía mío.

-¡No lo puedo creer! – Grité. Me atraganté con el aire.

Eliot descendía mientras nos acercábamos al barco, me aferré más a él.
Bien, nos estábamos acercando y ahora íbamos más rápido. Ya estábamos a pocos metros del barco y parecía que íbamos tan rápido que la gente del Titanic no nos podía ver, yo no los podía apreciar muy bien a ellos. Seguíamos acercándonos y...

-¡Para! ¡Vamos a chocar! ¡Para, Eliot!
Increíblemente pasamos por una de las ventanas circulares y entramos a un camarote, yo caí arriba de Eliot y este arriba de la alfombra que cubría el piso del lugar.

-¿Estás bien? – Pregunté y sentí que el corazón me hacia la misma pregunta a mí.

-Sí, ya me acostumbré. Es difícil aterrizar en un lugar así.

Levanté mi mirada y lo que vi me dejó sin habla. Era claro que estábamos en primera clase. Paneles de madera, un escritorio con su silla en una de las esquinas, chimenea, y una cama que parecía la de una doncella.

-Mejor que las habitaciones de hotel ¿Verdad? – Preguntó Eliot divertido.

-Es magnífico.


-Y no has visto el Café Parisian – Tosió incómodo – ¿Podrías levantarte?

-Oh sí, lo lamento – Me puse de pie y corrí hacia las paredes.

Una voz femenina me llamó.

-Deberías cambiarte tu… ropa, por una más apropiada para una señorita – Demonios, nos habían descubierto. Me di la vuelta dispuesta a huir pero me sorprendió encontrar a Eliot sonriéndole a la mujer.

Su cabellera pelirroja era lo que más me llamaba la atención.

-Mi nombre es Nina Elizabeth James. Mucho gusto – Sonrió dubitativa y me tendió la mano. Los parpados me pesaban, no podía creer a quién estaba viendo. Esta mujer la había visto en mis sueños muchas veces.

-Así me sentí yo – Habló Eliot – cuando vi a mi versión en el pasado.

Nina ladeó la cabeza.

-¿Te es extraño verme? – Sonrió – Yo estoy terriblemente emocionada por verme a mí – Tomó mi mano y me dio una vuelta, yo seguía sin habla – ¡¡Es genial saber cómo seré en mi siguiente vida!!
Esa reacción me es tan familiar.

-Tú-ú-tú – Tartamudeé – eres yo – Me permití abrir la boca lo más que pude. Sonreí – No me lo creo – La cabeza me dio vueltas.

Corrí hacia la ventana por la que entramos Eliot y yo. Era muy pequeña ¿cómo pudimos entrar?

-Nos disuadimos – Contestó mi amigo a mi pregunta muda.

-No tenemos tiempo – Comenzó Nina pero la interrumpí.

-¡No quiero volver todavía! ¡Quiero conocer más del titanic! – El corazón me latía como nunca, jamás había tenido tanta emoción. Estaba de vuelta, podría ver con mis propios ojos todo aquello que me daba dolor de cabeza recordar o pensar si quiera. Si el dejavú te hacía sentirte extraño tener uno permanente causaba demasiada adrenalina.

-Tendrás poco tiempo para ello – Nina (Me resultaba muy extraño referirme a ella como yo) pareció triste – Hoy es catorce de abril de 1912.

Mi cara se descompuso.

-En unas horas más se hundirá – Se me formó un nudo en la garganta.

Narra Sofía:

-¡Hola! - Me saludó Rafael desde las escaleras de la entrada

-¡Eras tú!

-Sí, soy yo y tú eres tú ¿No te alegra verme?

-¡Claro que me alegra verte! – Le respondí mientras me acercaba a darle un abrazo – Sólo que Will me asustó con eso de ‘‘mantener en secreto’’ quién iba a venir.
Rafael se rio y me correspondió el abrazo

-¡Deja a mi chica Baker! –Dijo Will – Es mía.

-Es de Sebastián - Bromeó Rafael.

-No soy de Sebastián - Intervine mientras me alejaba de él.

-Sí que lo eres – Los chicos intercambiaron miradas. Algo se traían.

 -¿De qué están hablando?

-Te lo contaremos cuando lleguemos a la ciudad -Dijo Rafael – por el momento tomemos un autobús – Agregó mientras caminábamos hacia la parada del autobús

Llegamos y nos sentamos en la pequeña banca de madera que estaba ahí.

-¿A dónde iremos primero? – Pregunté mientras miraba el camino

-¡Yo quiero ir de compras!- Dijo Will

-Uhm, yo no mucho – Le respondió Rafael - Prefiero ir a librerías, tiendas de discos y DIOS MIO ¡Por un  helado!-  Gritó al final

-Helado…- Suspiramos los tres entre risas

-Hagamos primero las compras y luego vamos por un helado – Propuse.

-Ahora párense que viene llegando el autobús.

El viaje fue...divertido. Todo el camino nos la pasamos riéndonos (mas cuando Will nos enseñó unos pasos que había aprendido en un antro gay). Los paisajes que se observaban desde el autobús eran preciosos y no perdí el tiempo: comencé a fotografiar como una loca.
Después de una hora llegamos a la ciudad. Pensé que sería muy poblada y con mucho movimiento pero la realidad era que la ciudad era más bien un pueblo: pequeño y con pocas tiendas

-¿Dónde voy a encontrar lo que necesito en este pueblucho? - Dramatizó Will otra vez.
Rafael soltó un suspiro

¡Comenzamos nuestra búsqueda, entramos a cada una de las tiendas de todo el pueblo! Will nos modelaba cada una de las prendas de ropa que compraba (con todo y baile incluido) Después de semejante caminata llegamos a una linda heladería; pedimos nuestro helado y nos fuimos a sentar a una de las mesitas más alejadas que encontramos.

Hora de charlar.

Will y Rafael intercambiaron miradas

-Vamos Rafael, cuéntale- dijo Will sin apartar la vista de su helado

Rafael me miró.

-Tu sangre es curativa, igual que la mía; lo sabías ¿no? - Me preguntó.

-Claro.

- ¿Sabes por qué lo es? -Preguntó levantando una ceja

-Sí, es porque desciendo de una raza de licántropos antigua, este don va pasando de generación en generación - Respondí

-Te contaré una historia:
“A nosotros unos hechiceros nos crearon - más bien convocaron - para ayudarles a proteger territorios. Estos hechiceros –los principales – nos trataban de manera respetuosa y amable pero cuando murieron y sus hijos tomaron el mando comenzó la tortura: esclavitud y dictadura. Así que una chica inició una revolución contra los nuevos hechiceros y así es como la raza pudo vivir en paz como hoy en día’’ Eras tú, Sofía.

-Una rebelde, soy genial –Respondí aunque por dentro todavía estuviera en estado de shock

-No eres la única que andaba en vidas pasadas: Ethan y Sebastián también estaban ahí contigo. Lo de Ethan ya él te lo contara, pero Sebastián siempre ha estado contigo, en cada vida pasada siempre está esperándote para matarte.

Me quedé muda

-En esas vidas siempre moriste, pero él jamás llego a tener relaciones contigo - Dijo Rafael un poco incomodo

-No te imagino teniendo sexo con Sebastián – Intervino Will.

-Ella no puede tener relaciones con él, nunca. – Comentó Rafael – Si las llegaran a tener sería extremadamente peligroso, le pertenecerías a Sebastián.

-Mira si te embarazaras de Sebastián sería catastrófico – Respondió Will mirándome- Ya no podríamos salvarte.


Silencio.

Con voz ronca respondí.

-Creo… - Tragué saliva – Chicos si es verdad lo que dicen  – miré hacia otra dirección – creo que entonces ya no pueden salvarme

Narra Kashmir:

-¿Para qué estoy aquí? – Pregunté a mi yo del pasado estando sentada en el suelo.

-Para que creyeras en todo lo que Eliot dice – Sonrió.

-¿Y qué hay de Ian? – Enarqué una ceja, se sonrojó… ¿Por qué se sonrojó? ¡¿Por qué me sonrojé?!

-Bueno puedes verlo si tú quieres – Suspiró – Se encuentra en estos momentos en el Parisian, siempre está en el tercer piso. Me espera para cenar – Soltó unas risitas- pero si te quedas hasta en la noche podrías ver también a Eliot de esta época – Sonrió triste y se recargó contra la pared – es triste que esta sea la última noche pero me alegra saber que en un futuro podremos estar juntos de nuevo.

-¿Para eso es todo esto? ¿Sólo para reunirnos? – Entrecerré los ojos.


Negó con la cabeza.

-Debes hacer todo lo que esté en tus manos para que Ian no te traicione – Suspiró y se quitó una cadenita que momentos antes cubría su cuello – Me la dio él – Sonrió. Me la entregó cuidando que nuestras manos no se tocaran y la examiné, sentí un latigazo en el cerebro. Yo le había visto esto a Ian anteriormente, eran las alas de un ángel.

-¿Por qué me traicionaría?

-Porque somos estúpidas y no nos damos cuenta de las cosas a tiempo. Que Ian no se aleje de ti, no permitas que esté con nadie más. Haz lo que sea necesario.

-No entiendo eso de la traición – Analicé sus últimas palabras – Espera, ¿qué? ¿Qué no esté con nadie más? ¿Por qué?

-Me encantaría dejar las cosas en claro pero tengo que marcharme, no quiero que mi tía venga al camarote a buscarme. Tienes mi permiso para utilizar mis ropas… - Puso una mano en su cabeza con elegancia… ¿por qué ya no soy así? – que tonta que soy, son tus ropas. Después de todo somos la misma alma. Inventa que eres muda para que no tengas que utilizar los modismos extraños del futuro y vete antes de la media noche no quiero tener que presenciar dos veces el mismo espectáculo. Iré a despedirme de mis amigos – Una lágrima resbaló por su mejilla y noté que una lágrima también resbalaba por la mía en la misma sincronía.

-¿Por qué no le adviertes a las personas?

-¿Quién me creería? Según Eliot me ha contado han tenido ocho avisos ya de un iceberg pero el barco sigue en su marcha. Además, no quiero cambiar el futuro. Este es mi destino y tu pasado, no me juzgues por favor que mi decisión es tu decisión.

Se marchó de la habitación.

Siento que el corazón se me hace pedazos, supe todo el tiempo lo que iba a pasar y no podía hacer nada. Hice un puño con la mano y noté que aún conservaba la cadenita con las alas.

-¡Espera! – Llamé y traté de seguirla pero Eliot me detuvo.

-No puedes salir mientras tengas esa ropa puesta – Me reprendió – Deja eso en su tocador lo verás cuando regreses de cenar.

-Me marea esto de las vidas pasadas – Dejé la cadenita junto con una bella caja de música. Pasé mis dedos por esta y me llegó la imagen de un hombre bigotón – Me imagino que era mi padre – susurré – es una lástima que esto desaparezca.

-Tenemos que irnos – Anunció él.

-Pero ella… yo –rectifiqué – dije que podíamos ver el barco.

-Lo haremos después – Tomó un pañuelo y lo pasó por arriba de mis labios, este se manchó de sangre. - Es mucho para ti, te prometo que regresaremos otro día.

Asentí, me sentía muy cansada.

-¿Regresaremos al catorce de abril? – Sonreí con tristeza.

-No, ya se dijo lo que se tenía que decir. No es necesario volver a este día en específico pero podemos regresar al trece de abril. Un día menos triste ¿te parece?

-Está bien – Tomé el pañuelo ensangrentado y me limpié mejor. Me subí a la espalda de Eliot – Vámonos.

De nuevo ese brillo cegador, accidentalmente dejé caer el pañuelo con sangre. Cuando traté de tomarlo de nuevo fue muy tarde pues estábamos de nuevo en 2012. Cien años después del día más triste de todas mis vidas. Dejé de pensar en el pañuelo, dudaba que tuviera alguna importancia.

Narra Sofía:

El viaje de regreso a la escuela fue incómodo y silencioso.
Will y Rafael se la pasaron hablando de temas tontos y sin sentido, mientras que yo me hundía en mis pensamientos.

Sebastián jamás me contó que me conociera de otras vidas y mucho menos que me asesinaba en ellas. Pero las preguntas seguían: ¿Por qué hace eso Sebastián? ¿Qué tiene que ver Ethan en esto?  ¿Cómo es que Rafael sabía tanto sobre mí? ¿De qué me quieren salvar?

Al llegar a la escuela me despedí secamente de ellos. No es que estuviera molesta sino que no podía soportar la nebulosa que se formaba en mi mente.

Al entrar a la habitación me encontré con Kashmir que se cepillaba el cabello con aire ausente.
Las lágrimas comenzaron a salir, ella me vio a través del espejo y corrió a abrazarme. Comencé a llorar, no me quería sentir débil pero tampoco podía ignorar el dolor en mi pecho que se formaba al saber que la persona a quien más quería en estos momentos me odiara. Estoy segura que me odia, sino ¿Por qué me asesinaría en cada una de mis vidas?

-Por favor, no me digas te lo dije. Siempre tuviste razón – La abracé con más fuerza.

14 de Abril de 1912, 23:40 pm.
Ian.

Toqué más de tres veces pero nadie me abría la puerta. Estaba seguro que había visto a la tía de Nina en cubierta charlando. Entré al camarote sigilosamente, no estaba seguro de que Nina se hubiera dormido después de que hoy teníamos planeado reunirnos.

-¿Buenas Noches? – Pregunté pero nadie contestó, la luz estaba apagada. Parecía que desde la cena nadie había vuelto aquí. Instantáneamente el olor a sangre me puso alerta. Prendí la lámpara del escritorio. Miré hacia el suelo y vi un pañuelo con manchitas rojas, era de ella pero algo en su aroma había cambiado casi imperceptiblemente como cuando cambiaba de vida.
Imposible, ¿cómo podría ser?

Ella entró en ese momento con su carita preocupada. Sonrió pero no fue una sonrisa feliz.

-Llegó el momento – Sus ojos estaban llorosos.

Miré de nuevo al tocador y junto a la cajita de música estaba la cadenita que le había regalado.

-¿Por qué te la quitaste? – Susurré.

-Consérvala, por favor.

El barco se movió anormalmente ¿qué estaba ocurriendo?

-El Iceberg – Susurró ella con miedo en la voz. No necesitó decirme nada más, guardé el pañuelo y me puse su cadena alrededor del cuello.

-Tenemos que ir a cubierta – La tomé del brazo pero ella no se movió.

-No – Negó con la cabeza – Ya se acabó mi tiempo aquí. Búscame – Me besó.

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Lamentamos mucho la tardanza, de verdad. 
Ojalá sea de su agrado este capítulo.
Muchos Besos!
Sofía & Kashmir